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FURTIVOS, de Vicente Paredes

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

Furtivos es el título del libro editado por Fiesta Ediciones y RM, donde los protagonistas son esa generación que emigró en los años 60 del campo a ciudades industriales como Bilbao, buscando trabajo en sus fábricas. Estos se convirtieron, de un día para otro, en clase obrera, sin embargo en su identidad estaba escrito a fuego, desde muchas generaciones atrás, el mandato: cavarás la tierra, la regarás, mantendrás alejadas las malas hierbas.

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

En palabras de Luis López, autor del texto del libro de Furtivos:

“Huérfanos de suelo que cultivar, hubieron de rebuscar en los márgenes de la ciudad. Tomaron los terrenos que nadie quería, que no tenían dueño. Se instalaron en los vacíos legales, donde nadie los pudiera ver y con materiales de derribo hicieron en ellos oasis, al precio de la no visibilidad. Os dejaremos ser hombres y cultivar la tierra siempre que seáis discretos, que nadie lo sepa, que no reivindiquéis jamás un derecho sobre ella, porque esta tierra no es vuestra; estáis aquí de prestado. Okupas precarios, habitantes de la zona gris, recluidos en reservas como indígenas, pronto aprendieron cuál era la clave para la supervivencia: no ser nunca detectados.”

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

Estos comportamientos se han repetido en otras ciudades como Barcelona, sin embargo, el caso vasco tiene su peculiaridades.

Para empezar es mucho más salvaje, en el sentido de silvestre e indómito, debido a la climatología y orografía de  Euskadi, aspectos que conformaron en su día el carácter de los vascos. El hecho de no depender del agua, les permite tener su huerto en cualquier lugar de los montes que rodean el botxo bilbaíno, sólo necesitan un sencillo sistema de recogida, cada cual tiene el suyo, para disponer de ella todo el año. La lluvias abundantes también hacen que todo crezca mucho más, así que dirigiendo el crecimiento de un puñado de zarzas y enredaderas, puedes crear un muro que te haga invisible. Y si a esto le sumamos lo escarpado del terreno, que dificulta el acceso a esas huertas, puedes conseguir que estas sean prácticamente inaccesibles para los desconocidos.

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

Las instituciones: ayuntamiento, diputación…, les declararon la guerra en los 90, cuando entonces las huertas se contaban por miles en los alrededores de la ciudad y muchos de ellos fueron expulsados de sus terrenos. Esto les llevo a tener que esconderse y mimetizarse con el entorno donde realizaban sus ocupaciones.

FURTIVOS. ©Vicente Paredes

Muchas de estas tierras están completamente aisladas y para llegar a ellas hay que andar por sendas, laberintos de zarzas y helechos, que apenas dejan entrar los rayos solares. Aunque también en menor medida podemos encontrarlas en tierra de nadie: junto autopistas, vías de tren…, más comunes en otras ciudades.

Vicente Paredes

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